Mi cuidadora especial
Crecí viendo como mi madre cuidaba de mi hermana pequeña. Todo lo que le enseñaban en el hospital lo hacía con primor: los ejercicios de rehabilitación, los juegos educativos para estimular sus sentidos, las papillas nutritivas, las curas... Fue el motor, todo funcionaba con su trabajo y su fuerza, sin alardes. No se quejaba, solo se alegraba de los avances, los pocos que hubo y trabajaba duro. Su rutina fue un derroche de amor hacia los demás. La admiro, es mi heroína.
Eloísa.-
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