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"La Caída" Francisco de Goya |
La incidencia de caídas en los ancianos es
mucho mayor que en el resto de la población, exceptuando los niños. Los
ancianos con frecuencia aceptan este hecho como algo inevitable en el envejecimiento
y por ello no suelen consultar al médico o enfermera. Pero su importancia
radica en las repercusiones para el propio anciano (fracturas, pérdida de
confianza en sí mismos, miedo a caerse, etc.) y el gran consumo de recursos
sanitarios que conllevan. Las caídas son resultado de la combinación de varios factores, unos intrínsecos (de la propia persona) como la disminución de la agudeza
visual, el enlentecimiento del tiempo de reacción y la marcha inestable y otros
extrínsecos relacionados con la
actividad que realiza el anciano o con el entorno en que se desenvuelve
¿QUÉ IMPORTANCIA TIENEN LAS
CAÍDAS DESDE UN PUNTO DE VISTA SOCIO-SANITARIO?
Las caídas afectan al 25 % de las
personas entre 65 y 75 años y al 35% de los mayores de 75 años.
Alrededor de un 10% de los mayores de 65 años
tendrán 2 o más caídas anuales. Las caídas previas son un factor de riesgo.
Son más frecuentes las caídas
en ancianos que se encuentran institucionalizados, alcanzando el 50% anual,
ya que en estos son más habituales la demencia y en general las enfermedades.
El daño derivado de la caída,
fundamentalmente las fracturas de cadera, suponen la sexta causa de muerte en
mayores de 65 años. A mayor edad, mayor mortalidad derivada de las caídas.
¿QUÉ PERSONAS TIENEN MÁS
RIESGO DE SUFRIR CAÍDAS?
Para detectar qué ancianos
tienen más riesgo de sufrir una caída, se debe hacer una valoración cuidadosa,
dirigida sobre todo a aquellas causas conocidas que aumentan el riesgo de
caídas en la población anciana.
El 37% de las caídas son
accidentales y relacionadas con el entorno (escasa iluminación, objetos en el
suelo, cables sueltos…). El resto son debidas enfermedades médicas o causas no
conocidas.
En la mayoría de los casos se
deben a la presencia de distintos factores de riesgo: las propias limitaciones orgánicas
asociadas al proceso de envejecimiento, las enfermedades crónicas que puedan originar
una limitación funcional y la presencia de una causa desencadenante o factor
extrínseco.
La mayor parte de las caídas se
producen mientras el anciano realiza una actividad habitual. Una actividad
potencialmente peligrosa es bajar escaleras (más que subirlas), siendo este
lugar donde ocurren el 10 % de las caídas. Son más frecuentes las caídas
en el interior del domicilio que en la calle.
¿QUÉ CONSECUENCIAS TIENEN LAS
CAÍDAS?
Cuando se produce una caída, esta puede tener distintas consecuencias en el anciano, tanto físicas como
psicológicas e incluso sociales.
En el 6 % de las caídas, la consecuencia es una fractura. Las más importantes
en la población anciana son las fracturas de cadera (1% del total de caídas),
que tienen gran trascendencia, a la vista de los datos epidemiológicos
disponibles.
La principal consecuencia
psicológica son los cambios del comportamiento y actitudes del anciano que ha
sufrido la caída (ansiedad, pérdida de autoestima, miedo a caer) y de su
familia (sobreprotección, miedo, ansiedad), que pueden contribuir a que
el anciano limite sus actividades cotidianas y se haga más dependiente de los
demás.
¿SE PUEDEN PREVENIR LAS
CAÍDAS?
En gran medida sí se pueden
prevenir. Para llevar a cabo una prevención eficaz de las caídas deberemos
identificar los factores de riesgo y actuar sobre ellos, disminuyéndolos o
eliminándolos en la medida de lo posible.
Existen un conjunto de medidas generales, lógicas, que debe
tener en cuenta el anciano:
§
No andar con prisas, caminar
con paso seguro.
§
Prestar atención a lo que hace.
§
Evitar superficies
resbaladizas. Debe usar calzado con
suelas antideslizantes.
§
Limpiar cualquier derrame de
líquido que se produzca.
§
Caminar por lugares bien
iluminados.
§
Realizar ejercicio físico de
forma habitual, que aumentará la fuerza y la amplitud de los movimientos para mejorar la estabilidad y la marcha.
La mejor manera de prevenir
las caídas y los accidentes de las personas mayores, es adaptar el entorno que les rodea a sus circunstancias particulares
y a sus posibilidades. Con ello les facilitaremos que puedan realizar por sí
mismos las actividades cotidianas. Un entorno conocido permite que el anciano
se sienta más seguro al poder controlarlo todo mejor. También es importante
mantener el orden y la rutina en sus actividades diarias, así como mantenerle
informado en caso de que haya cambios en la medicación, en el domicilio, etc.
§
Escaleras con barandillas, si
es posible a ambos lados, y que sus peldaños sean antideslizantes.
Interruptores situados siempre al lado de las puertas de cada habitación.
§
Buena iluminación
§
Evitar tener cables y otros
objetos por el suelo en zonas de paso.
§
Procurar que los muebles sean
estables y estén colocados siempre en el mismo sitio para evitar
desorientaciones que facilitarían la caída.
§
Utilizar ropa cómoda que no
dificulte los movimientos y que no pueda engancharse o pisarse.
§
Las alfombras si se utilizan,
estarán fijas al suelo para que no se arruguen ni deslicen.
§
Evitar suelos resbaladizos o
encerados.
§
No pisar sobre zonas húmedas o
mojadas hasta que no se hayan secado
§
Alfombrilla antideslizante en
la bañera o ducha.
§
Barras asideras en la bañera o
ducha y en el inodoro, para facilitar los movimientos de sentarse y levantarse.
§
Es conveniente que el
dormitorio y el cuarto de baño estarán próximos, para facilitar su utilización
durante la noche o en los períodos de reposo.
§
Lámpara que se pueda encender
desde la cama, para no levantarse a oscuras.
§
En la cocina, guardar los útiles en armarios de fácil
acceso, sin tener que subirse a ninguna banqueta para alcanzarlos.
CONDUCTA A SEGUIR ANTE UN
ADULTO MAYOR QUE SUFRE UNA CAÍDA:
La lógica nos lleva a un
tratamiento inmediato de las lesiones físicas que se evidencien. Buscar ayuda
si se precisa.
Además se debe realizar:
Interrogatorio: circunstancias
en que se produjo la caída, sintomatología previa, presencia o no de pérdida del
conocimiento, medicamentos que consume, etc.
Examen físico: exploración de
marcha, fuerza muscular, sensibilidad, movilidad. Buscar hipotensión arterial, arritmias,
etc.
Así mismo, se deben tratar las
consecuencias ocasionadas por la caída. La repercusión psicológica y social
puede ser muy evidente y deben recibir un manejo inmediato desde el inicio, al
mismo nivel que las complicaciones clínicas. Es importante, desde ese momento,
evitar limitaciones funcionales por cualesquiera de estas causas.
El análisis debe continuar con
un esfuerzo por actuar sobre las causas que la provocaron. Está claro que
muchos de los factores propios del individuo no son reversibles, pero sí
modificables. En los casos en que los
factores ambientales hayan provocado la caída, exigen la eliminación de las
causas, sin olvidar una actuación general sobre el medio donde se desenvuelve
el anciano, ya que pudieran existir otros elementos que, aunque no hayan
causado la caída actual, sean un riesgo evidente.
En ningún caso será una
solución la restricción de la actividad del anciano.
Eloisa