martes, 19 de enero de 2016

Cómo llegar a los 90 años con buena salud

En la actualidad hay en el mundo casi 700 millones de personas mayores de 60 años. Para 2050, las personas de 60 años o más serán 2.000 millones, más del 20 por ciento de la población mundial. Por este motivo, está claro que es necesario prestar mayor atención a las necesidades particulares de las personas de edad. Según la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, para conseguir envejecer activamente es recomendable centrarse en cinco pilares:
1.-Controlar los factores de riesgo de padecer enfermedades sobre todo cardiovasculares y el cáncer
2.-Mantener la actividad física
3.-Mantener la actividad mental
4.-Tener vida social
5.-Llevar una dieta equilibrada y cuidar nuestra salud emocional.

Todos estos factores están íntimamente relacionados entre sí y, en muchas ocasiones, son fruto unos de otros, por ello podríamos englobarlos todos en uno sólo: “mantener unos hábitos de vida física, social y mental saludables”.
Este es el decálogo propuesto por la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología para llegar a los 90 con buena salud:

1. Llenar la despensa de fruta: las frutas son los alimentos con mayor cantidad de nutrientes y sustancias altamente beneficiosas para nuestra salud. No importa en qué etapa de su vida se encuentre una persona, el consumo frecuente (5 piezas al día) de frutas es una de las mejores medicinas para cuidar nuestra salud y tener una vida larga y sana, pues sus antioxidantes nos protegen de padecer algunas enfermedades como las enfermedades cardiacas o el cáncer.
Pero no solo se trata de comer fruta sin más, sino que hay que complementar la dieta con otros alimentos altamente beneficiosos como las verduras, los cereales y las legumbres, y dejar para un consumo menos frecuente los pescados y las carnes y aún en menor proporción, las grasas. Es lo que se denomina Dieta Mediterránea, la que se ha seguido tradicionalmente en nuestro medio, la de nuestras madres y abuelas.

2. Caminar 30 minutos al día: todos podemos hacer ejercicio físico y nunca es tarde para empezar. Incluso las personas que tienen una movilidad muy reducida pueden ejercitar alguna parte de su cuerpo. No se necesita mucho para hacer algún tipo de actividad física, solo algo de voluntad. Realizaremos ejercicio acorde a nuestra condición física previa y a nuestras posibles limitaciones. Con algún tipo de ejercicio de los llamados aeróbicos, por ejemplo caminar, y algunos ejercicios de tonificación (resistencia) y elasticidad será suficiente. En el caso de caminar puede ser suficiente hacerlo en un total de dos horas a la semana en mujeres o dos horas y media en hombre y realizarlo de forma periódica.

3. Disfrutar del hoy y del ahora con optimismo: el ser humano tiene presente, pasado y futuro, sin embargo, el único tiempo que nos pertenece es el ahora. El momento presente es único, sin embargo, en muchas ocasiones, las personas viven atadas a un pasado, (muy común en las personas mayores) que les produce nostalgia o a un futuro que les produce temor por el envejecimiento, o incluso que les frustra por no ser quien les hubiese gustado ser. No vivir aquí y ahora implica un gran desgaste psicológico y hace que nos olvidemos de lo realmente importante, que es vivir y disfrutar hoy de ese momento que nunca volverá a pasar.

Para lograr este bienestar emocional suele ser muy importante y decisivo socializarnos, mantenernos activos con amigos, conocidos o con personas con las que compartamos intereses o iniciativas, aficiones o placeres, en definitiva, enfocar la vida con optimismo y procurar ser felices cada día.

4. Apuntarse a clase: no importa de qué sea la materia: un curso de lectura, la universidad para
mayores, un taller de manualidades… Nunca es tarde para aprender, dice el refrán. Aprender cosas nuevas es el mejor de los estímulos para nuestra mente, y será un elemento esencial para proteger a nuestro cerebro de enfermedades como la de Alzheimer. Algunas personas que no tuvieron la oportunidad en su momento de ir al colegio, de aprender a leer o a escribir, lo hacen de mayores. También podemos estimular nuestra mente realizando ejercicios de memoria, leyendo y comentando cosas, utilizando el ordenador y haciendo programas específicos de estimulación para entrenar así a nuestro cerebro día a día.

5. Nunca tomar la pastilla que le vino bien a la vecina: en la actualidad muchas personas mayores tienen tendencia a la automedicación. Cuando se introducen fármacos sin control pueden no ser compatibles con los que nos haya prescrito nuestro médico y aparecer graves problemas de salud. Un porcentaje muy alto de los ingresos de personas mayores en las urgencias hospitalarias de nuestro país tiene que ver con algún efecto adverso producido por los fármacos que toma. Por ello, desde la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología recuerdan que las decisiones en cuanto a la toma o retirada de tratamientos deben recaer siempre en manos de profesionales.

6. No tener reparo en usar el bastón: hoy en día a muchas personas mayores les cuesta decidirse a usar el bastón; este elemento de apoyo nos puede salvar la vida en más ocasiones de las que pensamos. Las caídas son un punto importante que limita la calidad de vida de las personas de edad y que puede llegar a provocar la muerte de la persona. La prevención se basa en dos grandes puntos de atención: la persona y el entorno. Hay que analizar todos los factores de riesgo de poder caer que puede presentar una persona: problemas de equilibrio, alteraciones o limitaciones en la forma de caminar, medicamentos que alteran la estabilidad de la persona o que puedan inducir mareos, para así poder modificarlos y disminuir el riesgo. También sobre la persona que ha caído en alguna ocasión podremos hacer estas medidas preventivas y procurar rehabilitarles para mejorar su condición y paliar ese miedo a volver a caer que, en muchas ocasiones, les atenaza.

7. No pasar toda la vida con las mismas gafas: con el paso del tiempo y, al igual que ocurre con el resto de nuestro organismo, nuestros sentidos van sufriendo modificaciones que pueden alterar su función. Si estas alteraciones interfieren en la vida o en la calidad de vida de la persona mayor estaremos ante una enfermedad y no ante un cambio natural debido a la edad. Por tanto, deberíamos acudir a nuestro especialista para diagnosticar y mejorar el déficit que tanto repercute en nuestra vida, y revisarlo
periódicamente.

8. Hacerlo tú solo: las personas mayores no deben dejar que los demás hagan las cosas que ellos pueden hacer por sí mismos, siempre que su capacidad y salud lo permita. Preservar nuestra autonomía es esencial para conseguir un envejecimiento activo. Sin duda, cuidándose desde joven y manteniendo un envejecimiento activo lo conseguiremos. No hay que olvidar que: “Se envejece como se ha vivido”. Aunque sea de un modo más lento o con una relativa agilidad, las personas mayores deben seguir haciendo sus actividades o parte de ellas, pues además de adquirir autonomía, les permitirá sentirse útiles. Para lograr esta autonomía también es importante acondicionar el entorno de la persona mayor: eliminar barreras, obstáculos ambientales, instalar ciertos elementos de apoyo y agarre, etc.

9. Dormir 7 horas al día: el sueño no solo sirve para que nuestro cuerpo descanse. También es muy útil para que nuestro cerebro module algunas de sus funciones, como puede ser grabar algunas cosas en nuestra memoria más profunda, cosas que hemos hecho o aprendido durante el día. Además, podemos decir que existe relación entre dormir mal o no dormir y desarrollar pensamientos negativos, por lo que habrá una influencia directa entre descanso y salud emocional. El sueño, por tanto, protege a nuestra mente y cuando somos mayores puede ser necesario dormir en torno a siete horas al día. Para valorar los problemas de sueño hemos de analizar varias esferas:
- la emocional: saber si la persona está sufriendo ansiedad o depresión
- la esfera física: si la persona padece dolores que interrumpan su descanso o tiene problemas urinarios que le obligan a levantarse varias veces en la noche
- el entorno: conocer el nivel de ruidos durante la noche en la vivienda, temperatura de la habitación, comodidad de la ropa y el lecho, etcétera).
Así, conocidos los problemas, podemos establecer un plan de ayuda para un mejor descanso.

10. Participar e implicarnos: ¿En qué? En todo. Participar, implicarnos, mantener aficiones y compartirlas, colaborar con los demás en cuantas actividades nos apetezca… Son válidas desde las actividades lúdicas, como los viajes, participar en coros o en teatro…, hasta las actividades que suponen un compromiso activo para con los demás, como el voluntariado, la enseñanza a otros colectivos. En definitiva, de lo que se trata es de sentirnos partícipes con y por los demás.

Fuente: Sociedad Española de Geriatría y Gerontología

                                                          Laura.-

 





3 comentarios:

  1. De eso se trata Joaquín, de disfrutar, no solo al leerlo, sino también al ponerlo en práctica. Muchas gracias

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