jueves, 15 de octubre de 2015

Prevención de caidas en el anciano

      
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"La Caída" Francisco de Goya


La incidencia de caídas en los ancianos es mucho mayor que en el resto de la población, exceptuando los niños. Los ancianos con frecuencia aceptan este hecho como algo inevitable en el envejecimiento y por ello no suelen consultar al médico o enfermera. Pero su importancia radica en las repercusiones para el propio anciano (fracturas, pérdida de confianza en sí mismos, miedo a caerse, etc.) y el gran consumo de recursos sanitarios que conllevan. Las caídas son  resultado de la  combinación de varios factores, unos  intrínsecos (de la propia  persona) como la disminución de la agudeza visual, el enlentecimiento del tiempo de reacción y la marcha inestable y otros extrínsecos  relacionados con la actividad que realiza el anciano o con el entorno en que se desenvuelve



¿QUÉ IMPORTANCIA TIENEN LAS CAÍDAS DESDE UN PUNTO DE VISTA SOCIO-SANITARIO?

Las caídas afectan al 25 % de las personas entre 65 y 75 años y al 35% de los mayores de 75 años.
 Alrededor de un 10% de los mayores de 65 años tendrán 2 o más caídas anuales. Las caídas previas son un factor de riesgo.
Son más frecuentes las caídas en ancianos que se encuentran institucionalizados, alcanzando el 50% anual, ya que en estos son más habituales la demencia y en general las enfermedades.
El daño derivado de la caída, fundamentalmente las fracturas de cadera, suponen la sexta causa de muerte en mayores de 65 años. A mayor edad, mayor mortalidad derivada de las caídas.

¿QUÉ PERSONAS TIENEN MÁS RIESGO DE SUFRIR CAÍDAS?

Para detectar qué ancianos tienen más riesgo de sufrir una caída, se debe hacer una valoración cuidadosa, dirigida sobre todo a aquellas causas conocidas que aumentan el riesgo de caídas en la población anciana.
El 37% de las caídas son accidentales y relacionadas con el entorno (escasa iluminación, objetos en el suelo, cables sueltos…). El resto son debidas enfermedades médicas o causas no conocidas.
En la mayoría de los casos se deben a la presencia de distintos factores de riesgo: las propias limitaciones orgánicas asociadas al proceso de envejecimiento, las enfermedades crónicas que puedan originar una limitación funcional y la presencia de una causa desencadenante o factor extrínseco.
La mayor parte de las caídas se producen mientras el anciano realiza una actividad habitual. Una actividad potencialmente peligrosa es bajar escaleras (más que subirlas), siendo este lugar  donde ocurren el 10 % de las caídas. Son más frecuentes las caídas en el interior del domicilio que en la calle.

¿QUÉ CONSECUENCIAS TIENEN LAS CAÍDAS?

Cuando se produce una caída, esta puede tener distintas consecuencias en el anciano, tanto físicas como psicológicas e incluso sociales.

En el 6 % de las caídas, la consecuencia es una fractura. Las más importantes en la población anciana son las fracturas de cadera (1% del total de caídas), que tienen gran trascendencia, a la vista de los datos epidemiológicos disponibles.
La principal consecuencia psicológica son los cambios del comportamiento y actitudes del anciano que ha sufrido la caída (ansiedad, pérdida de autoestima, miedo a caer) y de su familia  (sobreprotección, miedo, ansiedad), que pueden contribuir a que el anciano limite sus actividades cotidianas y se haga más dependiente de los demás. 

¿SE PUEDEN PREVENIR LAS CAÍDAS? 

En gran medida sí se pueden prevenir. Para llevar a cabo una prevención eficaz de las caídas deberemos identificar los factores de riesgo y actuar sobre ellos, disminuyéndolos o eliminándolos en la medida de lo posible.
Existen un conjunto de medidas generales, lógicas, que debe tener en cuenta el anciano:
§   No andar con prisas, caminar con paso seguro.
§   Prestar atención a lo que hace.
§   Evitar superficies resbaladizas.  Debe usar calzado con suelas antideslizantes.
§   Limpiar cualquier derrame de líquido que se produzca.
§   Caminar por lugares bien iluminados.
§   Realizar ejercicio físico de forma habitual, que aumentará la fuerza y la amplitud de los movimientos para  mejorar la estabilidad y la marcha.
La mejor manera de prevenir las caídas y los accidentes de las personas mayores, es adaptar el entorno que les rodea a sus circunstancias particulares y a sus posibilidades. Con ello les facilitaremos que puedan realizar por sí mismos las actividades cotidianas. Un entorno conocido permite que el anciano se sienta más seguro al poder controlarlo todo mejor. También es importante mantener el orden y la rutina en sus actividades diarias, así como mantenerle informado en caso de que haya cambios en la medicación, en el domicilio, etc.
§   Escaleras con barandillas, si es posible a ambos lados, y que sus peldaños sean antideslizantes. Interruptores situados siempre al lado de las puertas de cada habitación.
§   Buena iluminación
§   Evitar tener cables y otros objetos por el suelo en zonas de paso.
§   Procurar que los muebles sean estables y estén colocados siempre en el mismo sitio para evitar desorientaciones que facilitarían la caída.
§   Utilizar ropa cómoda que no dificulte los movimientos y que no pueda engancharse o pisarse.
§   Las alfombras si se utilizan, estarán fijas al suelo para que no se arruguen ni deslicen.
§   Evitar suelos resbaladizos o encerados.
§   No pisar sobre zonas húmedas o mojadas hasta que no se hayan secado
§   Alfombrilla antideslizante en la bañera o ducha.
§   Barras asideras en la bañera o ducha y en el inodoro, para facilitar los movimientos de sentarse y levantarse.
§   Es conveniente que el dormitorio y el cuarto de baño estarán próximos, para facilitar su utilización durante la noche o en los períodos de reposo.
§   Lámpara que se pueda encender desde la cama, para no levantarse a oscuras.
§   En la cocina,  guardar los útiles en armarios de fácil acceso, sin tener que subirse a ninguna banqueta para alcanzarlos.

CONDUCTA A SEGUIR ANTE UN ADULTO MAYOR QUE SUFRE UNA CAÍDA:

La lógica nos lleva a un tratamiento inmediato de las lesiones físicas que se evidencien. Buscar ayuda si se precisa.
Además se debe realizar:
Interrogatorio: circunstancias en que se produjo la caída, sintomatología previa, presencia o no de pérdida del conocimiento, medicamentos que consume, etc.
Examen físico: exploración de marcha, fuerza muscular, sensibilidad, movilidad. Buscar hipotensión arterial, arritmias, etc.
Así mismo, se deben tratar las consecuencias ocasionadas por la caída. La repercusión psicológica y social puede ser muy evidente y deben recibir un manejo inmediato desde el inicio, al mismo nivel que las complicaciones clínicas. Es importante, desde ese momento, evitar limitaciones funcionales por cualesquiera de estas causas.
El análisis debe continuar con un esfuerzo por actuar sobre las causas que la provocaron. Está claro que muchos de los factores propios del individuo no son reversibles, pero sí modificables. En los casos en que  los factores ambientales hayan provocado la caída, exigen la eliminación de las causas, sin olvidar una actuación general sobre el medio donde se desenvuelve el anciano, ya que pudieran existir otros elementos que, aunque no hayan causado la caída actual, sean un riesgo evidente. 
En ningún caso será una solución la restricción de la actividad del anciano.

Eloisa

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