La cuidan con tanto esmero como si de un bebé se tratara y,
aunque su piel es tan fina como la de un recién nacido y precisa de cuidados
como éste, su aspecto no es el de un bebé, sino el de una anciana de 92 años
cuyas hijas cuidan con primor.
Carmen y Antonia, Antonia y Carmen, son un
ejemplo de constancia, paciencia y buen hacer, pero sobre todo son un ejemplo
de amor y entrega, del cariño de unas hijas hacia una madre que se encuentra
conectada a la vida gracias a ese sentimiento, a esas caricias y a esos
cuidados.
Se llama Natividad y, como su nombre indica, cada día vuelve
a renacer gracias a ellas y a la rutina de sus cuidados. Por la mañana, siempre tempranito, abren la
persiana de su habitación para que entre la claridad y ella “sepa” que es de
día. La lavan meticulosamente, le curan las úlceras de su delicada piel como la
mejor de las enfermeras y le hidratan el cuerpo con una buena crema. Le lavan
sus dientes, la peinan y le echan colonia como si fuera a venir visita. La
levantan de la cama, la sientan en su sillón relax y le ponen su radio, para
que “se entretenga”. Le dan el desayuno a través de una sonda nasogástrica, que
manejan con soltura y la cubren de besos y caricias.
Natividad no dice
nada y apenas se mueve, pero vive, y vive gracias a esos cuidados y a ese amor
incondicional que sólo puede salir de unas almas sensibles que, aun en momentos
de flaqueza, dejan salir una fuerza que solo puede darles el enorme vínculo de
amor que existe entre una madre y un hijo.
Precisamente el día de navidad, Natividad se fue de sus vidas, y en Antonia y Carmen quedó un vacío que nadie podrá llenar jamás, aunque su fortaleza de espíritu las ayudará a superarlo.
Precisamente el día de navidad, Natividad se fue de sus vidas, y en Antonia y Carmen quedó un vacío que nadie podrá llenar jamás, aunque su fortaleza de espíritu las ayudará a superarlo.
Estas palabras son un homenaje a estas dos hijas y a otras tantas
cuidadoras anónimas que con su entrega y sacrificio ayudan a hacer la vida más
fácil a los que tienen a su alrededor .
Seguro que desde su cielo Natividad les estará muy
agradecida a sus hijas y velará siempre por ellas.
¡Descansa en paz
Natividad!
Laura.-
Desde que nacemos, nos cuidan y cuidamos. Y no es fácil, pero existe gente como tú, que pone algo de luz en ese difícil camino.
ResponderEliminarSon lindas tus palabras,como lindos habrán sido los últimos días de Natividad gracias a sus hijas.
Gracias por tus palabras Bea, tu también sabes muy bien lo que significa "cuidar". Besos
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