Hay unas cuidadoras invisibles que debemos sacar a la luz, que tenemos que “visibilizar” y reconocer porque a ellas confiamos nuestros seres más queridos, cuando no los podemos atender por miles y miles de causas. Son nuestros mayores sometidos al ajetreo de esta forma de vida actual, de prisas, de distancias y de soledad.
Ellas están cuando no podemos.
Son mujeres que han dejado a sus familias, a sus madres y padres, para cuidar de los nuestros.
Son mujeres que han dejado a sus familias, a sus madres y padres, para cuidar de los nuestros.
Algunas son de aquí como Eva o María, otras vienen de lejos, tienen rasgos distintos, diferentes costumbres, nos hablan con acentos diferentes, desde Rusia o Ucrania, Sudamérica, Marruecos... nombres a veces difíciles de entender y retener: Petriev, Eliana, Jalifa, Graciela, Habida, Angélica...
Todas ellas encuentran en el delicado trabajo de “cuidar ”, su medio de vida facilitando la nuestra.
Cuidan y miman en horarios de día y noche, muchas veces las 24h. Son las que los acompañan en el paseo, al Centro de Salud y en la intimidad de la casa, desde los actos cotidianos a los mas íntimos y personales. Son muchas horas juntos en las que se escuchan y cuentan confidencias, rien juntos y se abrazan, riñen y se reconcilian. Cuidadoras que nos sustituyen hasta en los afectos.
Para todas ellas un inmenso agradecimiento desde el corazón.
Celina.-
Celina.-
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