sábado, 11 de febrero de 2012

Cuéntame un cuento.....

...y verás que contento me voy a la cama y tengo lindos sueños. Así comienza una canción del grupo Celtas Cortos.Y es que leer un cuento siempre es agradable. Si además te lo cuenta algún ser querido, no solo será agradable sino que tambien resultará saludable para tu corazón, relajante y positivo para tu equilibrio emocional.
Te voy a contar un cuento, pero con la condición de que lo cuentes tu tambien a alguien que lo necesite, a alguien que sepas que le llegará al corazón. Pertenece al libro "Regálame la salud de un cuento" de Jose Carlos Bermejo. Dice así:

¿Podrías venderme una hora de tu tiempo?

"La noche ya había caído. Sin embargo, un pequeño hacía grandes esfuerzos para no quedarse dormido; el motivo bien valía la pena: estaba esperando a su papá.
Los traviesos ojos iban cayendo pesadamente. cuando se abrió la puerta, el niño se incorporó, como impulsado por un resorte, y soltó la pregunta que lo tenía tan inquieto:
- Papi, ¿Cuánto ganas por hora? - dijo con los ojos muy abiertos.
El padre, molesto y cansado, fue tajante en su respuesta:
- Mira hijo, eso ni siquiera tu madre lo sabe; no me molestes y vuelve a dormir, que ya es muy tarde.
- Si papi. Sólo dime cuánto te pagan por una hora de trabajo - reiteró suplicante el niño.
Tenso, el padre apenas abrió la boca para decir:
- Cuarenta euros.
- Papá, ¿podrías prestarme veinte euros?- preguntó el pequeño.
El padre se enfureció, tomó al pequeño del brazo y con tono brusco le dijo:
- Así es que para eso querías saber cuánto gano, ¿no?
¡Vete a dormir y no sigas fastidiando, avaricioso egoista!
El niño se alejó tímidamente, y el padre, al meditar lo sucedido, comenzó a sentirse culpable: tal vez necesita algo, pensó; y queriendo descargar su conciencia, se asomó a la habitación de su hijo y con voz suave le preguntó:
- ¿Duermes, hijo?
- Dime, papi- respondió entre sueños.
- Aquí tienes el dinero que me pediste.
- Gracias papi- susurró el niño mientras metía su manita debajo de la almohada, de donde sacó unos billetes arrugados-. ¡Ya lo tengo, lo conseguí!- gritó jubiloso-; ¡tengo cuarenta euros! Ahora, papá, ¿podrías venderme una hora de tu tiempo?".

Es verdad que el tiempo es oro, pero para aquél que no tiene ninguna prisa, el tiempo que tu puedas dedicarle aún tiene más valor. 


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