lunes, 3 de noviembre de 2014

Qué es la celiaquía


La celiaquía, o enfermedad celíaca, es una enfermedad crónica del aparato digestivo, que se caracteriza por una intolerancia a una proteína llamada gluten, que se encuentra presente en los cereales (trigo, avena, cebada o centeno). La padecen personas que están predispuestas genéticamente y, cuando comen o beben algo que contiene gluten, el sistema inmunitario responde dañando el revestimiento del tubo digestivo. Ese daño afecta la capacidad del cuerpo para absorber los nutrientes de los alimentos que tomamos (proteínas, grasas, hidratos de carbono, sales minerales y vitaminas), con los consiguientes problemas asociados para la salud.
Sin tratamiento, las personas afectadas por este trastorno sufren malnutrición y diversas enfermedades asociadas.
La enfermedad celíaca puede aparecer a cualquier edad a lo largo de la vida, por lo tanto, puede presentarse tanto en niños como en personas mayores.
Se presenta en aproximadamente 1 de cada 200/300 nacidos, aunque menos de una cuarta parte de los celíacos saben que padecen la enfermedad. La prevalencia estimada en los europeos y sus descendientes es del 1%, siendo más frecuente en las mujeres con una proporción 2:1. 

Síntomas

Los síntomas de la enfermedad celiaca son numerosos y variados, y pueden cambiar mucho de una persona a otra.
Los menores de dos años, por ejemplo, es habitual que estén irritables, que tengan náuseas, vómitos y diarreas, y que su peso y desarrollo físico sea menor del esperado para su edad. Los adultos, por el contrario, suelen presentar fatiga, molestias abdominales (dolor, distensión, meteorismo) y anemia.
En general, los síntomas más frecuentes son:


  •  Pérdida de peso repentina
  • Dolores abdominales o calambres
  • Falta de apetito
  • Distensión abdominal, gases o sensación de tener la tripa hinchada
  • Aumento del nivel de cansancio o fatiga (astenia), así como falta de ganas para salir o para jugar en el caso de los niños
  • Anemia
  • Náuseas y vómitos después de haber comido
  • Cambios en las heces de manera frecuente, como diarrea o estreñimiento
  • Retraso del crecimiento en los niños, además de presentar huesos frágiles que tienden a romperse. La pubertad también suele llegar más tarde.
  • Menstruaciones irregulares
  • Úlceras en la boca de manera recurrente y daños en el esmalte de los dientes.
  • Pérdida de masa muscular y calambres
  • Dolores de huesos y articulaciones
  • Uñas frágiles, pérdida de cabello
  • Aparición de dermatitis herpetiforme, una enfermedad cutánea que aparece exclusivamente en las personas celíacas, y que cursa con eczemas en las rodillas, los codos o las nalgas.
Al cabo de un tiempo, los celíacos pueden desarrollar otros síntomas a nivel emocional, como irritabilidad, falta de concentración, apatía o tristeza.
Tanto en el niño como en el adulto estos síntomas no tienen por qué ser permanentes, y pueden aparecer unas veces sí y otras no, lo que dificulta el diagnóstico de la enfermedad.

Diagnóstico

El diagnóstico precoz es fundamental para poner freno a la enfermedad, y evitar que se produzcan daños más graves sobre el intestino.
Mediante un examen clínico cuidadoso, analizando los distintos síntomas y una analítica de sangre, que incluya los marcadores serológicos de enfermedad celíaca, se establece el diagnóstico de sospecha de la enfermedad.
Pero para hacer un diagnóstico de certeza es imprescindible hacer una biopsia intestinal, que consiste en coger una muestra de tejido del intestino delgado para ver si está o no dañado; para ello es necesario que NO se haya retirado antes el gluten de la dieta.

Tratamiento

El tratamiento de la celiaquía consiste en seguir una dieta estricta sin gluten durante
toda la vida. Esto hace que se normalicen los síntomas y se repare la lesión de las vellosidades intestinales que volverán a tener un tamaño normal. Una vez que se ha eliminado el gluten de la dieta, puede apreciarse una mejoría de los síntomas en un par de semanas, y en unos meses el paciente consigue un buen estado nutricional, pero pueden pasar dos años hasta que las biopsias del intestino sean completamente normales.  
El celíaco debe basar su dieta en alimentos naturales: legumbres, carnes, pescados, huevos, frutas, verduras, hortalizas y cereales sin gluten: arroz y maíz. Deben evitarse, en la medida de lo posible, los alimentos elaborados y/o envasados, ya que en estos es más difícil garantizar la ausencia de gluten, de hecho, entre el 70% y el 80% de los productos alimenticios manufacturados contienen gluten. Esto se debe a que el gluten se emplea en la elaboración de conservantes, espesantes, colorantes, aromas y condimentos y, por lo tanto, puede estar presente en salsas, sopas, fiambres, rebozados, conservas, etcétera.

Complicaciones de la celiaquía

Los celíacos que no sigan estrictamente una dieta sin gluten o abandonen el tratamiento, pueden sufrir complicaciones que pueden llegar a ser mortales.
La ingestión de pequeñas cantidades de gluten, de una manera continuada, puede causar las siguientes afecciones:

  • Algún tipo de cáncer intestinal.
  • Trastornos autoinmunitarios.
  • Fracturas.
  • Osteoporosis
  • Abortos espontáneos
  • Infertilidad
  • Anemia
                                                      Laura.-

miércoles, 22 de octubre de 2014

Recomendaciones dietéticas para personas con gases

La mayoría de las personas eructan como resultado del gas ingerido durante las comidas, ya que el estómago no produce aire o gas por su cuenta. En ocasiones se indica tratamiento médico, pero la mayoría de las veces se mejora con algunas recomendaciones.
La sensación de tener lleno el estómago ocurre después de comer, produciéndose contracciones de manera desordenada en estómago e intestino delgado. Este dolor agudo y punzante localizado en el abdomen se denomina flato y es debido a la producción de gas por parte de bacterias intestinales. Estas bacterias se alimentan de hidratos de carbono y azúcares que en altas concentraciones son las responsables de la producción de los flatos, por ello se recomienda que sean disminuidos en la dieta.
Una vez descartado cualquier problema en el intestino, siga estas recomendaciones dietéticas para saber qué tipo de alimentos son los que más le producen gases. Puede hacerlo de dos maneras:
  • Continuar comiendo normalmente, pero elimine un tipo de alimentos de los que producen gas durante una semana. Si no mejora, tómelo de nuevo y elimine otro tipo de alimento por una semana más. Así hasta que consiga disminuir los gases.
  • Restringir de forma importante todos los alimentos que producen gas durante 3 o 4 días. Luego introduzca un alimento durante 3 o 4 días y si no le causa problemas puede mantenerlo en su dieta. Si le produce muchos gases elimínelo y vaya al siguiente alimento. Así hasta que consiga saber los alimentos que le producen gases.
Los alimentos productores de gas no deben ser totalmente eliminados de la dieta, pueden ser consumidos ocasionalmente en pequeñas cantidades.

También puede seguir las siguientes recomendaciones para reducir el eructo:
  • Reducir el número de eventos o celebraciones que aumenten la ingesta de gas
  • Evitar tomar pipas, goma de mascar, caramelos duros, cigarrillos, beber en botellas con la boca estrecha y tener las prótesis dentales flojas
  • Evitar alimentos que producen gas como las gaseosas, medicinas efervescentes y bicarbonato sódico.
  • Comer despacio. Comer con líquido añade grandes cantidades de aire al estómago
  • No trague aire de forma deliberada para eructar.
Alimentos aconsejados

• Leche y lácteos: leche entera, semi o desnatada -depende de las necesidades individuales-, pero en especial, se recomienda consumir con mayor frecuencia los derivados lácteos menos grasos. 
• Carnes, pescado, huevos y derivados: todos, con la frecuencia que marcan las recomendaciones de alimentación equilibrada 
• Cereales y patatas: todos salvo los indicados en "alimentos permitidos y limitados". 
• Legumbres: lentejas, garbanzos, alubias, habas, guisantes... Se recomienda combinar solo con patata o arroz y verduras, y si aun así no sientan bien, pasarlas por el chino o pasapurés para eliminar los 'hollejos' y mejorar su digestibilidad. 
• Verduras y hortalizas: todas salvo las flatulentas, preferiblemente una ración diaria en crudo (ensalada). 
• Frutas: todas salvo las indicadas en el apartado de "alimentos limitados". 
• Bebidas: agua, caldos, infusiones suaves y zumos naturales. 
• Grasas: aceites de oliva y semillas (girasol, maíz, soja...), mantequilla, margarinas vegetales.

Alimentos permitidos
 (Consumo moderado y ocasional)

• Leche y lácteos: batidos lácteos, postres lácteos tipo natillas, flan, arroz con leche. Carnes semigrasas, jamón y fiambres magros y otros embutidos más grasos. 
• Cereales: cereales de desayuno integrales y muesli, según tolerancia individual por su contenido en fibra (véase ' recomendaciones dietéticas'). 
• Bebidas: zumos comerciales azucarados, bebidas refrescantes sin gas de extractos de frutas no azucaradas. 
• Otros productos: miel, mermeladas, bollería y repostería sencillas (las que en composición más se parecen al pan: bollo suizo, bizcochos de soletilla), helados y sorbetes, mayonesa.

Alimentos limitados
 (Consumir de forma esporádica o en pequeñas cantidades)

• Leche y lácteos: leche condensada y lácteos con nata o enriquecidos con nata, helado y queso
• Carnes grasas, carne cocida dos veces o muy condimentada, productos de charcutería y vísceras
• Cereales: pan fresco recién horneado tipo baguette y pasta poco cocida (fermentan en el estómago y crean molestias), galletas rellenas o bañadas con soluciones azucaradas o chocolate, etc. 
• Legumbres: aquellas que se cocinan con ingredientes grasos de origen animal (chorizo, morcilla, tocino, etc.). 
• Verdura flatulenta: alcachofas, col, coliflor, brócoli, coles de Bruselas, pimiento, pepino, rábanos y rabanetas, cebolla, puerros y ajos. 
• Frutas: fruta en almíbar, frutas secas y frutas confitadas. 
• Bebidas: café y té fuertes, bebidas con gas, bebidas con chocolate y bebidas alcohólicas de baja graduación (cerveza, vinos de mesa, sidra)
• Grasas: nata, manteca, tocino y sebos. 
• Otros:
 pastelería y repostería rellenas, con chocolate o bañadas en soluciones azucaradas, golosinas y dulces, frutos secos, etc. 
• Edulcorantes:
 
azúcar común o sacarosa, fructosa y jarabes de glucosa.







domingo, 12 de octubre de 2014

La Gripe

Todavía en pleno siglo XX eran posibles las grandes epidemias, sin fronteras y fuera de todo control. La última, iniciada en 1918, fue la “gripe española”.
Paradójicamente, España no fue el foco, aunque en su momento así pudiese parecer, por la especial virulencia y por la publicidad inmediata. Lo cierto es que en muchos otros países la epidemia ya estaba haciendo estragos cuando empezaron a publicarse las primeras noticias sobre sus efectos en España […]
La epidemia, de hecho, fue mundial. Su transmisión se vio favorecida por el transporte de tropas durante la guerra, como en tantas otras ocasiones anteriores.[…] La evaluación de sus efectos es todavía hoy materia polémica. No sólo la propia guerra mundial, sino la situación revolucionaria en Rusia o la falta de registros e información en buena parte del mundo, hacen que las evaluaciones vayan desde los 25 hasta los 200 millones de muertos, y es posible que llegase a infectar a prácticamente la mitad de la población mundial, de la cual el 25% habría mostrado efectos clínicos.


Dávila BE. La gripe española: la pandemia de 1918-1919.
Madrid: Centro de Investigaciones Sociológicas, 1993.


       La gripe es una enfermedad respiratoria aguda, causada por el virus influenza. Tiene un comienzo brusco con fiebre, cefalea, mialgias, debilidad y afectación de las vías respiratorias.
       El agente viral causante se subdivide en tres géneros: A, B y C. El tipo A no sólo afecta a la especie humana, también a otros mamíferos (como el cerdo) y a las aves, permitiendo fenómenos de recombinación genética e infecciones cruzadas entre distintas especies. Esta gran variabilidad antigénica es la responsable de las grandes epidemias de gripe sufridas por la humanidad. Los géneros B y C son patógenos exclusivamente humanos. El B suele originar brotes benignos y limitados, mientras que el tipo C, el menos frecuente de los tres, se aísla en brotes de muy escasa extensión.

       En nuestro medio, la gripe estacional aparece anualmente en otoño-invierno. Aunque la extensión y gravedad de los brotes de gripe son muy variables, suelen provocar una morbilidad considerable en la población general y un aumento de la morbimortalidad por complicaciones de la enfermedad –especialmente neumonía– en ancianos y personas con enfermedades crónicas.
       Niños y jóvenes tienen las tasas de ataque más altas y una mayor capacidad de difusión del virus en su entorno (excretan virus en mayor cantidad y durante más tiempo). Las complicaciones en la etapa infantojuvenil son frecuentes pero generalmente leves, siendo la otitis media la más habitual, aunque la neumonía es la principal causa de hospitalización, siendo más frecuente en menores de 5 años y en niños afectos de patología crónica, sobre todo respiratoria, cardiovascular y oncológica. La tasa de hospitalización es tan elevada en niños como en ancianos.

             Los fallecimientos son debidos al virus gripal (neumonía primaria gripal), a sobreinfecciones bacterianas o a la descompensación de procesos crónicos. El virus de la gripe provoca inmunodepresión y una enorme destrucción del epitelio traqueobronquial, lo que favorece las sobreinfecciones bacterianas.
       Los brotes de gripe originan mayor utilización de los servicios sanitarios (sobre todo médicos de cabecera y servicios de urgencias), incremento de los ingresos hospitalarios, sobre todo por complicaciones del tracto respiratorio inferior y un importante absentismo laboral y escolar.
       Dentro de la prevención de la enfermedad, la principal medida es la vacunación anual de la población de riesgo durante el otoño.

       Las epidemias de gripe se asocian a variaciones en la composición antigénica del virus, lo que obliga a fabricar una vacuna nueva, de composición diferente, cada año.

       Desde el punto de vista socioeconómico, la gripe representa un enorme impacto por el enorme absentismo laboral y escolar que produce. Supone varios días de baja por caso, aparte de las ausencias laborales de adultos que han de cuidar a hijos o ancianos enfermos de gripe.


Composición de la vacuna

       La vacuna antigripal más habitual en nuestro medio es la de virus inactivados, de la que existen varios subtipos de efectividad semejante:

  • Enteras: Fabricadas con virus enteros.
  • Fraccionadas: Se fabrican mediante ruptura de la membrana lipídica del virus, fraccionando y purificando los componentes antigénicos.
  • Subunidades: Contienen exclusivamente los antígenos de superficie purificados (hemaglutinina y neuraminidasa).
  • Otras: Virosómicas y Adyuvadas      
    La composición de la vacuna suele variar cada año, con objeto de adaptarla a las variaciones antigénicas del virus. Las vacunas comercializadas desde hace décadas son trivalentes y se componen de dos cepas de virus tipo “A” y una de virus tipo “B”.
      
Eficacia vacunal

       La eficacia de la vacuna de la gripe, para prevenir o atenuar la gravedad de la enfermedad, depende de la edad del vacunado, de su situación inmunitaria y de la semejanza entre los virus incluidos en la vacuna y los virus circulantes.

Indicaciones de la vacuna antigripal

       La vacuna está especialmente indicada en los siguientes grupos de riesgo:

- Grupos de alto riesgo sanitario:

  • Patologías crónicas: insuficiencia cardíaca, coronariopatías, valvulopatías, diabetes,EPOC,fibrosis quística, displasia broncopulmonar, asma e hiperreactividad bronquial,síndrome nefrótico, glomerulonefritis crónica, insuficiencia renal, hepatopatías, enfermedad inflamatoria intestinal crónica.
  • Síndrome de Down y otras enfermedades genéticas graves.
  • Obesidad mórbida.
  • Infección por VIH.
  • Cuadros oncológicos
  • Otras inmunodeficiencias congénitas o adquiridas.                     
- Personas mayores de 65 años de edad .
- Residentes en instituciones geriátricas, aunque no sean ancianos.
- Colectivos dedicados a servicios públicos imprescindibles para la comunidad, como personal sanitario, docentes, policía o bomberos.
- Potenciales transmisores de la gripe a grupos de alto riesgo, como personal sanitario, personal de residencias de ancianos y hospitales de enfermos crónicos y cuidadores o convivientes con estas personas.
También deben vacunarse los niños que convivan con personas de edad avanzada o con enfermedades de base. Es aconsejable la vacunación de los trabajadores de guarderías.
- Mujeres en el segundo o tercer trimestre de gestación durante la temporada gripal (Noviembre a Marzo).
- Viajeros a zonas epidémicas (coincidiendo con época de gripe).

Contraindicaciones

       Las contraindicaciones son: presencia de enfermedad aguda con fiebre superior a 38ºC. e hipersensibilidad a algún componente vacunal, como proteínas de huevo o antibióticos. En este caso, y siempre que sea posible, se aconseja utilizar otra marca de vacuna que no contenga el componente implicado.

Efectos adversos

       Dada la alta purificación actual de las vacunas, los efectos adversos son escasos; alrededor del 20% padece reacción local, con dolor local y eritema, de aproximadamente dos días de duración.
      Las reacciones generales pueden ser: fiebre, mialgia, malestar general,... Debutan a las 6-12 horas de la vacunación y duran 24-48 horas.

                         Eloisa

Fuente: "Guia de Atención enfermera en vacunaciones" Autor: Juan Francisco Rufino González

domingo, 5 de octubre de 2014

Decálogo del buen envejecer

Ser mayor no significa ser viejo. Ser mayor es solo cuestión de números. Lo importante está en el interior, es tu espíritu, tu forma de sentir el paso del tiempo, lo que te hace sentir mas o menos joven. Hay personas mayores de edad con un espíritu joven y a otras que siendo más jóvenes le pesan los años.
Es verdad que el físico se va deteriorando, eso es inevitable, pero también es verdad que si se afronta de manera positiva se adaptará uno mejor a esos cambios.
Esta semana, con motivo de la celebración del Día Internacional de las Personas Mayores, la Asociación de Mediadores para los Mayores y su Entorno (AMME) ha lanzado su Decálogo del buen envejecer. 
Quiero compartirlo con vosotros porque nos hará reflexionar sobre la importancia de saber envejecer bien. Todo depende de nosotros, de nuestra predisposición para afrontar el paso del tiempo. Si no podemos evitar cumplir años, al menos vamos a hacerlo bien. 
El Decálogo dice así:
  • Canta, ríe, sueña, y sé un mayor que vive plenamente.
  • Siéntete a gusto contigo mismo, y sé el mayor que quieres ser.
  • Piensa que cada día tienes algo nuevo que aprender, y sé un mayor que transmite sabiduría
  • Vive tomando tus propias decisiones, y sé un mayor protagonista de tu historia.
  • Comparte solidariamente tu vida, y sé un mayor que se siente útil y necesario
  • Dedica tiempo a tus relaciones personales, y sé un mayor que no teme a la soledad
  • Trata de comprender a los demás, y sé un mayor comprendido.
  • Pon el acento en lo que permanece, y sé un mayor con menos sentimiento de pérdida.
  • Intenta adaptarte a los cambios con aceptación, y sé un mayor que enseña a saborear la vida.
  • Conservando la ilusión por la vida, nos haremos mayores sin darnos cuenta.

Debemos tomarnos la vida como un regalo y dar a diario las gracias por poder disfrutar de cada instante y hacerlo con ilusión . Esto nos ayudará a crecer como personas, a crecer en sabiduría, en comprensión y a tomar conciencia de como construir nuestro propio envejecimiento. Pero sobre todo nos hará sentirnos grandes.

                                              Laura.-

"Hay grandes hombres que hacen a todos los demás sentirse pequeños, pero la verdadera grandeza consiste en hacer que todos se sientan grandes." Charles Dickens 

Libro recomendado: "Envejecer bien"

Envejecer y mantener una buena calidad de vida es posible
Envejecer no tiene por qué ser un obstáculo para disfrutar de una buena calidad de vida. Aunque el proceso natural de envejecimiento no pueda evitarse, este libro tiene por objeto preparar a las personas para encarar la vejez de la forma más conveniente, a fin de llegar a esa última etapa de la vida en las mejores condiciones posibles, valiéndose por sí mismas hasta el final en la medida en que su salud lo permita.
Porque, como señala el autor tras haber atendido a muchas personas mayores en su dilatada trayectoria como médico, muchos padecimientos de la vejez podrían evitarse si en el camino de la vida nos condujésemos adecuadamente. Para ello, conviene cobrar conciencia cuanto antes, en fases mucho más tempranas, de todos los factores que pueden condicionar un envejecimiento patológico, y actuar en consecuencia.

"Envejecer bien consiste en tener algunas cosas claras antes, mucho antes, de cuando creemos iniciar la recta final". Josep Cuní

Autor: Miquel Vilardell

Colección: Actual

Formato: Rústica con solapas

ISBN: 978-84-15880-50-9

Páginas: 128

Precio: 16.00 

lunes, 29 de septiembre de 2014

¿Por qué tengo gases?

La flatulencia consiste en la distensión del estómago o del intestino debido a la acumulación de gases. Estos pueden tener un origen gástrico o intestinal. En el primer caso se eliminan mediante eructos, y en el segundo se expulsan por vía anal. La acumulación de gases provoca la dilatación de las paredes gástricas, intestinales y abdominales, lo que provoca hinchazón y molestias que, en ocasiones, pueden ser graves, ocasionando cólicos o retortijones en el vientre. 

Síntomas              
  • Hinchazón del abdomen: muchos pacientes que se quejan de este síntoma tienen un contenido normal de gases, por lo que esta sensación se podría deber a un aumento de la sensibilidad de la persona a los gases por algún otro motivo.
  • Eructación: es un fenómeno natural que tiene como objetivo eliminar los gases que se han introducido en el estómago con los alimentos. 
  • Flatulencia: entre 14 y 23 flatulencias al día se considera normal. Sin embargo, ciertos alimentos ricos en hidratos de carbono provocan más gases que otros. Un exceso de flatos puede también estar relacionado con una mala absorción de los carbohidratos.
  • Dolor abdominal: se puede experimentar dolor cuando se tiene un exceso de gases. Hay que tener en cuenta la localización del dolor, ya que si se sitúa en el lado izquierdo del colon, puede ser confundido con un dolor cardíaco. Cuando se sitúa en el lado derecho, puede ser similar al de la apendicitis o al de los cálculos biliares. En estos casos es conveniente consultar al médico para poder descartar un problema grave.
Causas

En general, la presencia de gases es más intensa en las personas mayores, aunque existen varios factores que facilitan su aparición a cualquier edad, entre los que destacan tres: el tipo de comida, la forma de comer y la existencia de ciertas enfermedades.

Tipo de comida
  • Los gases aumentan por las comidas abundantes, en las que lo que se come no se degrada bien.
  • Por los alimentos que fermentan en el estómago e intestino, como es el caso de las legumbres, y por el abuso de nutrientes con mucha fibra (judías, coles, coliflor, cebolla, alcachofas) y vegetales en general.
  • También aumentan los gases con las bebidas carbonadas o con levaduras (cerveza), así como beber en abundancia durante las comidas, ya que esto no permite una buena salivación y masticación del alimento.
F         Forma de comer  
            
  •  Los eructos y flatulencias aumentan tras las comidas rápidas, realizadas con prisa, aquellas en las que masticamos poco o se habla mucho con el alimento en la boca, ya que así se traga mucho aire mezclado con la comida
  • Comer de pie tampoco es nada sano ya que se favorece la llegada de aire al estómago
  • Tampoco es aconsejable acostarse o tumbarse inmediatamente después de comer, ya que se facilita el paso de gases al intestino desde el estómago y lo hincha. Por eso, muchas veces después de la siesta uno se levanta con pesadez de estómago e intestino; es aconsejable no hacer la siesta hasta media hora o una hora después de comer, e incluso pasear un poco antes de hacerlo
  • También las cenas copiosas y tardías propician la aparición de gases, ya que por la noche la actividad intestinal es más lenta, lo que favorece la fermentación y putrefacción de los alimentos allí retenidos.
  •  Ciertos factores relacionados con la calidad de vida, como el estrés, la ansiedad o el nerviosismo, favorecen la aceleración, el ritmo intestinal y una mayor ingestión del aire.
     Ciertas enfermedades o tratamientos
  •  El estreñimiento influye en la acumulación de gases, ya que las heces acumuladas los generan
  •  La intolerancia a la lactosa, hace que si toma leche le aparezcan molestias digestivas, entre ellas los gases.
  • La gastritis, úlcera gástrica, la endometriosis, la enfermedad de Crohn y el Síndrome del colon irritable, producen inflamación de la zona y pueden originar flatulencia.
  • Después de tratamientos con antibióticos, que modifican y desequilibran la flora intestinal, también pueden aparecer gases.
P                                                                     Prevención
                                                                              
La flatulencia se puede prevenir o mejorar mediante una alimentación adecuada, evitando comidas copiosas, muy condimentadas o fuertes, así como reduciendo la toma de bebidas gaseosas. También se puede prevenir mejorando la digestión de los alimentos que se consideran flatulentos (ciertas verduras y todas las legumbres) mediante la técnica culinaria y la condimentación más apropiadas.

Recomendaciones dietéticas

·         Llevar una alimentación variada y equilibrada
·         Comer de forma ordenada (primero, segundo y postre), en un ambiente tranquilo y sin interferencias (televisión, radio, prensa, etc.), respetando los horarios de un día para otro y sin saltarse ninguna comida.
·         Masticar bien los alimentos, comer y beber despacio los líquidos, y procurar evitar las bebidas gaseosas.
·         No realizar comidas demasiado copiosas o muy condimentadas.

·         Evitar los alimentos o platos muy grasos: alimentos fritos y rebozados mal elaborados, con exceso de aceite, guisos y estofados grasos, salsas con exceso de grasa (nata, mantequilla, manteca, tocino, quesos fuertes…), pastelería y bollería grasas (de hojaldre u hojaldradas, de masa quebrada, con mantequilla, cremas de nata, moka, chocolate, etc.).
·         Cocer bien la pasta para que no dé lugar a molestias digestivas y procurar evitar el pan recién horneado tipo baguette.
·         Evitar las verduras flatulentas, como la coliflor o la col, así como legumbres como las lentejas, garbanzos y alubias, cocinadas enteras con ingredientes grasos de origen animal. Cocinarlas solo con patata o arroz y verduras, y si aun así no sientan bien, pasarlas por el chino o pasapurés para eliminar los 'hollejos' y mejorar su digestibilidad. 
·         El yogur contiene bacterias que ayudan a equilibrar la flora del intestino por lo que están especialmente recomendados.
·         Asimismo, se recomienda el pescado hervido o asado, la carne asada y con poca grasa y las verduras de hoja cocidas como las espinacas y las acelgas.
·         Sustituir el café, el descafeinado y el té por infusiones de menta, anís, salvia o de hinojo o bien añadir unos granos de anís verde, hinojo o comino a una infusión de manzanilla, ya que ayudan a la digestión, y de hierbabuena, que relaja los músculos del colon (intestino grueso), lo que ayuda a aliviar la molestia del exceso de gases.
·         En caso de estreñimiento, no se deben efectuar cambios bruscos en la dieta en cuanto a su contenido en fibra, ya que pueden crear más gases y dolores intestinales, incluso diarreas. Lo conveniente es introducir progresivamente los alimentos ricos en fibra: verduras cocinadas enteras o en puré sin pasar por el chino o el pasapurés y ensaladas, frutas frescas, legumbres cocinadas sin grasas, según las orientaciones que se han mencionado, cereales integrales, frutos y frutas secas.
·         Practique técnicas de relajación que le permitan eliminar la tensión y el estrés.

Tratamiento

Siempre que la flatulencia no tenga su origen en una enfermedad concreta o en la administración de determinados fármacos, la mejor manera de combatirla es la dieta. En casos graves, en los que la modificación de hábitos no alivie los síntomas, se pueden tomar determinados medicamentos, como la metoclopramida, dimeticona, etc,  pero siempre bajo supervisión médica.
                                                                 Laura.-